Los iberos de Arse (Sagunt) fueron los primeros pobladores nativos de la península Ibérica que acuñaron moneda, hacia el 350 a.C., creando un nuevo instrumento de valoración y pago que además permitía atesorar riqueza.
Ello fue una muestra de su avanzado sistema político y sus conexiones con el mundo mediterráneo. Durante la segunda Guerra Púnica (218-202 a.C.) se incorporó la ciudad ibérica de Saitabi, y durante el siglo II a.C. lo hicieron Kili, Kelin y la colonia romana de Valentia. A comienzos del Imperio Romano el municipio de Saguntum (Sagunt) y la colonia de Ilici (Elx) tuvieron el privilegio de acuñar moneda de bronce, una práctica que se mantuvo hasta el reinado de Tiberio (14-37 d.C.).