La ceca de Valencia perdió de este modo su estatus jurídico y parte de su función, ya que en adelante sólo acuñará ocasionalmente al servicio del estado central. A comienzos del reinado de Felipe V se acuñaron monedas de oro y de plata con peso, ley, valor y tipos castellanos. Las de vellón, los originales seisenos y tresetas, trataron de facilitar el cambio de sistema, pero poco después ya se acuñaron los maravedís castellanos. La marca de taller de la ceca de Valencia fue, primero una pequeña V y después un murciélago. Durante el reinado de Fernando VII y por necesidades generadas durante la guerra de Independencia, la ceca de Valencia acuñó piezas de plata de 8, 4 y 2 reales. También en situación de emergencia, en 1823, Valencia acuñó sus últimas monedas, cuando la ciudad fue sitiada por las tropas francesas del Duque de Angulema.
Durante la Guerra Civil se fabricaron las últimas monedas en territorio valenciano. La inestabilidad política provocó la escasez de moneda metálica, a lo que se unió la orden del gobierno republicano para retirar la moneda de plata y sustituirla por billetes, lo que dificultó especialmente el desarrollo de las transacciones cotidianas. Ante esta situación la mayoría de ayuntamientos valencianos emitieron billetes de bajo valor (1 peseta, 50, 25, 10 y 5 céntimos) garantizados mediante el depósito en billetes del Banco de España de la cantidad emitida. Por otro lado, el peregrinaje de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, durante los años de la guerra, la condujo a fabricar billetes de 50 cts y de 1 y 2 pesetas en Valencia, y monedas de latón de 1 peseta en Castellón.